La gran pregunta que siempre me hacen desde que abrí: ¿y esta casa de quién era?
Me apasiona, si soy sincera, cuando la gente quiere entender el origen o el transcurso de las cosas y curiosos observan para entender, es una pregunta que a lo largo de estos últimos años me han hecho muchas veces y que feliz respondo con todo detalle.
Esta casa, mi padre, Juan Manuel, alrededor del año 2006 vino por primera vez a verla. La vendían a un extraordinario precio. Cuando llegamos a esa casa, yo tendría unos 20, 21 maravillosos años de inexperiencia. Cuando entramos, estaba abandonada, llena de polvo, con colchones de ocupas que se repartían por los muros medio derrumbados qué hacían la vez de habitación. También encontrabas un ático con el techo a punto de caer y un gran festival amazónico de telarañas a diestro y siniestro que se reían alegremente en grupo junto con cucarachas y algún ratoncito aventurero antisistema que correteaba por ahí alegre.
Yo recuerdo que miré a la derecha y a la izquierda y tragando saliva miré a mi padre horrorizada y dije: ¨Papa, esto es horroroso, esto no lo puedes comprar es horrible¨
Mi padre empresario, irónico hasta el extremo, con una clase que te caías para atrás me miró lateralmente por el rabillo del ojo con cara de desafío y una escondida sonrisa y me dijo: ´Muchas gracias por tus consejos Marina¨ 2 semanas más tarde estaba comprando esa casa y 16 años más tarde es lo que veis ahora, esta maravilla.
Resulto ser una gran inversión donde había que hacer su obra pertinente considerable pero que lo convirtió, respetando la estructura y el esqueleto, en el palacete del SXVIII que es ahora.
Felizmente mi padre empresario y con mucha experiencia no me escuchó. Yo carecía exactamente de esas dos cosas; experiencia y visión empresarial que el tiempo me demostró y me dió una gran lección.
Lo mismo me ocurrió en las ruinas de la majestuosa ciudad Pompeya con mis 8-9 años donde un Julio caluroso me paseaba aburridísima con mi reducida estatura, mi notable hiperactividad y un gracioso aire travieso entre las ruinas de aquel histórico lugar diciendo: ¨vámonos mama, esto es horroroso, esta todo roto¨. Para los que no lo conozcan, Pompeya fue un sitio arqueológico ubicado en la región de Campania, en el sur de Italia. Fue una ciudad romana desarrollada y sofisticada que quedó enterrada bajo metros de cenizas y piedra pómez después de una catastrófica erupción del monte Vesubio en el año 79 d.C Una verdadera maravilla arquitectónica que a una niña de 8 años le parecía el peor plan del mundo en esas interminables vacaciones.
4 años después de comprar la casa y de una importante obra, entorno al 2010, mi padre empezó a disfrutar de este lugar. Yo, en esos momentos vivía en Alemania y me acercaba a Extremadura una o dos veces al año como mucho.
Cada vez que venía me quedaba atónita mirando a mi padre, un señor de 1,93, con su clase y su dedicación regar horas aquel jardín, arreglar un mueble, perderse por cada rincón, siempre me tocaba buscarlo preguntándome: ¨¿pero dónde se ha metido, desde cuando hace estas cosas?¨.
Era algo que no había visto nunca en mi padre, ese comportamiento tan minucioso, regar plantas, retocar muebles, poner cuadros, cuidar de su casa… también es verdad que era la primera casa que el compraba, arreglaba y decoraba, tenía su corazón puesto en cada detalle.
LA VINCULACIÓN DE ESTA CASA CON GALICIA
Como todo en esta vida existe una línea en el tiempo que vincula unas cosas con otras y se va generando unos conectores entre momentos pasados, presentes y futuros.
Digamos que este palacete rural se vincula con una casa señorial que tenía la familia por parte de mi abuela (madre de mi padre, Soledad Tapias Cabral) en Bayona, Galicia que data aproximadamente del año 1900.
A finales del siglo XX esta casa de Galicia cayo en las manos mi Padre Juan Manuel Lopez Tapias, mi tío Carlos Lopez Tapias y Maribel Lopez. Mi tío Carlos en un intento por soportar los inmensos gastos que esa casa suponía en un entorno tan húmedo, con salitre y muy lluvioso y decidió convertirlo en hotel durante los meses de verano.
Ese lugar en Galicia, ofrecía escenas del pasado que se podían ver en una película como ¨Sonrisas y Lágrimas. Un ambiente de las clases pudientes y nobles, con sus innumerables sirvientas vestidas de servicio de la época, cada una encargada de una actividad en concreto. Más de 10-15 empleadas entre trabajos en la cocina, la comida, la limpieza, el cuidado de los niños, digno de una película de principios de siglo. Absolutamente otra época y otro mundo, insostenible a día de hoy.
Mi bisabuelo que regresaba del servicio militar llegaba a la casa y como si se tratase de una persona ajena a la familia saludaba a los hijos en la cabecera de una larga mesa y uno a uno traídos por las nanas, iban pasando en fila a saludarle, cada uno recibía un beso y un ligero abrazo. Muy típico de la época y las familias adineradas involucradas con el mundo militar. Esa notable distancia entre padres e hijos que parecía más bien una relación formal que un vínculo familiar verdadero. A mí personalmente me horrorizaba cuando lo escuchaba de la boca de mi padre.
Volviendo a estos muros, a esta casa Villa Juan y a estas tierras extremeñas, todos los muebles y los elementos decorativos que se encuentran en Villa Juan venían de esa casa señorial en Bayona, que era el doble de grande con una importante dosis de misterio entre sus paredes, escenario perfecto para una película de terror.
Recuerdo de pequeña cuando estaba en aquella casa, en las costas gallegas, como me movía por ella con los ojos abiertos como platos y el oído agudizado al máximo evitando a toda costa estar sola. El fuerte viento que había en la costa, los movimientos y ruidos que hacia, la madera de los muebles, alguna hoja de algún árbol que rodeaba el jardín y golpeaba a veces las ventanas… yo en esa casa me movía tan rápido como una culebra silenciosa para detectar cualquier ruido y estar alerta evitando estar sola a toda costa, el miedo me inundaba.
Esta casa, Villa Juan, en cambio, tiene otra energía, otra calidez, desde mi humilde opinión, nada que ver con la casa de Galicia, se respira otro aire y otra frecuencia.
DESCENDENCIA FAMILIAR EN OPORTO-PORTUGAL
Otra rama del pasado y que veréis presente en algunos elementos de la casa es el vínculo con Oporto. Por la parte de mi abuela, Soledad Tapias, también había familia en Oporto.
Digamos que por parte de mi abuela era una parte de la familia muy adinerada y que vivía holgadamente a nivel económico y por parte de mi abuelo, Manuel Lopez eran una familia mucho más sencilla, militares y agricultores.
No sé si algunos conoceréis la Fundaçao Serralves en Oporto. Esta construcción, anteriormente residencia privada familia por parte de mi abuela, madre de mi padre, hoy, es la Fundación Serralves.
Este lugar que veis en la foto pertenecía al tío abuelo de mi padre llamado Carlos Alberto Cabral (Conde de Vizela) si os fijáis en Villa Juan en la recepción hay un cuaderno de cuero con una foto en el centro que es del palacio Serralves en Oporto. Sobre la mesa, encontrareis dos fotos una de mi padre a la izquierda con dos amigos en blanco y negro y la otra cosa que me gustaría mencionar es la almohadilla del mouse que tiene la foto del interior de esta casa rosa que veis en la imagen.
Esta fue una construcción neo modernista que rompía totalmente con la arquitectura de la época y generó una gran controversia. Fue muy criticada y venerada al mismo tiempo.
EL DESTINO HIZO QUE LA CASA VOLVIERA A NUESTRAS MANOS.
Casualidades de la vida, esta casa, Villa Juan mi padre decidió comprarla como os menciono anteriormente sin saber a quién perteneció en el pasado, cuál es su sorpresa que una vez dentro descubrió que había pertenecido a anterior familia nuestra, Conchita Suarez.
Resulta que encontró entre fotos antiguas una foto donde salía el padre de Conchita Suarez anterior propietaria de esta casa.
En la recepción, en la entrada del palacete encontrareis escondida entre otras fotos esta imagen.
En pie de Izq. a Dcha. ISIDRO LOPEZ (mi bisabuelo de joven) MANUEL LOPEZ (soltero) JOSE LOPEZ y MATEO SUAREZ LOPEZ (de niño)
Sentados de izq. a dcha. SEBASTIAN LOPEZ (padre de Isidro López y por tanto tatarabuelo mío) ANICETO LOPEZ (Este es el personaje principal de la foto y de la casa) Era el más influyente de todos los hermanos López. Fue el que compro esta casa (actual Finca Villa Juan) a los antiguo nobles. En ella vivió y murió. Teniendo en la casa la Farmacia (era farmacéutico con influencias en la política extremeña de la época) al morir soltero dejo como heredera a su hermana MATILDE LOPEZ (no sale en la foto) que estaba casada con el sr. calvo que sale en la foto sentado; llamado Juan José Suarez (también farmacéutico). Tuvieron un hijo (el niño de la foto) llamado Mateo Suarez López que heredo la casa y a su muerte fue su hija Conchita Suarez la dueña de casa. Conchita la vendió a un constructor para derribarla y construir viviendas sociales.
En ese momento fue cuando apareció mi padre y la compró. El arquitecto Miguel Solanda amigo de mi padre fue el que se ocupó de la obra y la mano derecha de mi padre durante todo este proceso…
También encontrareis otra foto en el salón exterior esta foto que representa en La fundación serralves de Oporto, el bautizo de Maribel Tapias (la prima argentina de mi padre y mi tío Carlos) hija de hija de Alberto Tapias Cabral hermano pequeño mi abuela Soledad. En esta foto solo faltan mi abuelo Soledad Cabral y su hermana Pilar con sus respectivos maridos. Los cuales nunca llegaron al evento debido a la dificultad del trayecto Madrid-Oporto.
En 1947 llegar a un bautizo en Oporto y en pleno invierno desde Madrid era toda una aventura, eran más de 10 horas de coche y con significativas dificultades en el camino, calles sin asfaltar, velocidades mínimas, nieve, hielo….
LA ACTUALIDAD Y VILLA JUAN
Como quizás hayáis leído en otro apartado la historia coge otro rumbo, radical, triste y duro, pero con una mochila de importantes e inmensos aprendizajes.
En 2011 mi padre feliz y orgulloso dio una fiesta en Villa Juan, invito a unas 70 personas, yo tendría unos maravillosos 25 años como muestra esta foto a continuación y sentía verdadero amor y conexión por mi padre, nunca fue fácil que mi padre y yo conectáramos, apenas le veía y el siempre andaba muy ocupado con sus cosas, su trabajo, amigos y compromisos. Digamos que algo que yo recuerdo siempre era el deseo de me mi padre tuviera un poco de tiempo para mí, el tener su mirada puesta en mi sin estar en todo lo demás y en todos los demás.
Nos dejó unas palabras a los invitados que estábamos ahí que decían: ¨disfrutar de la vida amigos que estos son dos días¨ 1 año después fallecía repentinamente por un derrame cerebral y empezó el que iba ser otro giro brusco en mi vida, pero el que más me marcaria y el que más me impulsaría a ser quien soy y a estar donde estoy actualmente.
Esta casa, sus muebles y los distintos elementos son el resultado de muchos años de historia muchas idas y venidas de mi familia pasada y de grandes aprendizajes donde me llevo la gran frase de que las cosas más duras en la vida son las que más te ofrecen la oportunidad de crecer y de fortalecerte.
Disfrutar de este mágico lugar, ¡porque cariño, amor y atención no le faltan!
¡Os esperamos!