Desde pequeños vemos los rituales vinícolas de los mayores, cuando nos sentábamos a la mesa y nuestros padres pedían carta de vinos y se tiraban horas discutiendo sobre si blanco, tinto, afrutado, con cuerpo….
Cuando por fin nos dan el “gran permiso” de repente un día de probar un poco de vino.
Cuando eres joven, inocente e ignorante, creo que en su mayoría diríamos todos que el sabor la primera vez que se prueba es asqueroso!
Como pasa con la primera vez que pruebas una cerveza, una tónica, o un alcohol fuerte sin el añadido necesario de bebida gaseosa que contrarresta ese sabor tan intenso y seco.
Me remonto a mis épocas de niña cuando miraba el mundo con mis grandes ojos abiertos de par en par preguntándome toda clase de dilemas….
De qué habla tanto la gente mayor…. Nunca se les acaban los temas….porque están 3 horas sentados en una mesa después de comer…. No necesitan saltar… correr….. gritar…. Escupir… No entiendo…,
Y lo mismo me sucedía con el vino, porque tanto tiempo en decidir si un vino u otro si están todos igual de malos. “Creo que en esta vida van a haber muchas cosas que nunca entienda”-me decía a mí misma con un enorme signo de interrogación; y efectivamente aun con 30 creo que aún hay demasiadas cosas que no entiendo pero creo que eso lo hace todo más emocionante…
Lo curioso es que de manera natural con los años, tras ver el amor que sentía mi padre por los vinos, escuchar permanentemente un ribera, no, un crianza, este ha estado en barrica, esta picado! y todas esas afirmaciones desconocidas, cuando tienes a alguien que le apasiona algo y de manera intensa, creo que con el tiempo acabas compartiendo esa pasión.
Ahora mi paladar no es mejor ni peor que cualquier otra persona que le agrada el vino y que poco entiende, pero lo que es agradable y placentero es ver como tus sentidos de manera inconsciente cuando te ponen un buen vino, se estremecen al mismo tiempo que tu cartera empieza a temblar y tu visa grita socorro! Ese es un momento en el que piensas: “dios mio, pedazo de vino!”. Con la cartera y la visa ya entras luego en debate….
Por otro lado; y si nos ponemos más profundos y platónicos, el placer de poder disfrutar la tierra de un país probando su vino y disfrutando su aroma es otro nivel de viajar a ese país, de poder saborear su tierra.
Se puede saborear un país con su música, su cultura, las gentes y sus formas de ser, pero también se puede aprovechar esos momentos con vinos de la tierra que te trasladan a lo más profundo de ese país.
Los vinos son modas y el marketing que se haga sobre ellos, pero yo con este artículo, os invito a disfrutar de los vinos Ribera del Guadiana, mucho más desconocidos que los de la Rioja, cuando; ironías de la vida, el caldo viene de Extremadura; y tengo que hacer un inciso en este tema porque me arde la sangre. Se han parado a pensar en la de vino que vende la rioja cuando no tiene superficie física para vender los litros que produce, pues la humilde Extremadura, tierra de vinos desconocida proporciona más de la mitad del caldo que ofrece la Rioja, así que os invito a que conozcáis más auténticamente el verdadero origen del Rioja y su madre Vino, Ribera del Guadiana, en Extremadura.
Os esperamos en Finca Villa Juan, con un buen vino y tremenda sonrisa.
Y aquí la pagina de Pinterest con vinos extremeños:
https://www.pinterest.com/fincavillajuan/bodegas-de-extremadura-y-espa%C3%B1a-mis-preferidas/