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Aventuras en Camerun & Limbe wildlife Center

“Los lunes conviene que os quedéis en casa y no salgáis por cuestiones de seguridad, hay toque de queda”. Como si me hubieran dicho que tenia que correr desnuda por la avenida de la Castellana, gritando BINGO mire a ese hombre que mencionaba aquellas palabras.

 

Estábamos a 27 de Julio de este año, 2018, con esta información empezábamos nuestros primeros días en Camerún, con una excitación digna de un adolescente al ser todo nuevo y donde la magia de lo desconocido alcanza su mayor grado, nos adentramos en este cálido desorden.

Tengo que reconocer que cuando recibimos esa información, tuve que tragar un poco de saliva y mirar hacia los lados buscando alguna respuesta, por supuesto no la encontré y el pensamiento y la incertidumbre se prolongó por varios días.

Camerún tiene zona francesa y una pequeña parte costera al oeste que es de habla inglesa, la cual, se quiere separar de la francófona porque tienen mayores desventajas en aspectos económicos y administrativos. Un dato curioso es que Camerún nunca ha entrado en una guerra civil, pero el ambiente que se vive en estos momentos es de una creciente tensión por este aspecto, acompañado con el conflicto al norte de Boko Haram, casi nada.

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Los dos primeros días, como de costumbre, aterrizamos con nuestras mochilas intactas preparadas con toda clase de utensilios para aquellas condiciones: antimosquitos, botas de goma para los días de fango & lluvia, mosquitera y toda clase de mudas para los días de corte de agua, lluvias tropicales, o algún asalto a mano armada con algún gorila, llegaron al país las “aventureras de la sociedad moderna”.

 

Llegamos a Duala, a una casa donde no conocíamos a ninguno de los dos propietarios, amigo de un amigo de un amigo… Una dulce mujer camerunense de 32 años, Francis y su marido, un francés, generoso en carnes, con un aparente desinterés absoluto por agradar al huésped pero con unos silenciosos gestos de ternura preciosos y una indirecta cálidad hospitalaria.

 

A los dos días de llegada a la capital, volvimos a ponernos nuestra aventura a la espalda,esta vez tocaba dejar Duala. Por esa callejuela medio asfaltada de la capital, íbamos dirección al taxi que nos esperaba a la entrada de la calle donde un choffeur de la organización de voluntarios nos llevaria a Limbe, la otra ciudad costera donde estaríamos en el centro trabajando con animales salvajes y el centro más protegido del conflicto, “perfecto”pensé.

Nos despedimos de Francis y nunca olvidaré unas preciosas palabras que nos llenó de orgullo y de felicidad : “vuestra estancia aquí nos ha llenado de alegría e ilusión, nos ha acercado más a mi marido y a mi” con una indescriptible felicidad nos subimos a aquel taxi. He de reconocer que un especial poder nos inundó a las dos.

Asomadas a la ventana, viendo aquel caos durante más de dos horas, dejábamos la capital a 20-30 km por hora, un tráfico infernal nos acompañaba a cada segundo. Era la última cruzada hacia la liberación del menos espabilado y del “tonto el último”.

Un camión atravesado, setecientas motos en 2 metros cuadrados con más de 3-4 pasajeros, un colchón sobresalía de una bicicleta, una cabra en patines, cualquier escenario podía suceder. Coches de la dirección contraria parados literalmente durante más de una hora que ya desesperados, cogían nuestro carril para poder avanzar, los menos civilizados llegaban antes a sus destinos, seguir las leyes? avanzar? seguir un orden y no moverte…? un dilema considerable aquí, yo tenia clara la respuesta…

Llegamos finalmente a Limbe, a la casa de Voluntarios que tenía preparado el Limbe Wild Live centre para nosotros, con resaca, cansadas y llenas de polvo de la carretera sin asfaltar escuchamos atentamente aunque yo sólo pensaba en una cama.

Dos chicas, una de 17 y otra de 28 ambas de Holanda nos explicaban las normas de la casa: “a veces cortan el agua, otras no hay electricidad, hay que hacer esto, cuidado con esto otro, este será vuestro cuarto…”

Nunca olvidare cuando vi los cuartos de la parte de atrás del jardín, 3 cuartos, inundados por la mayor simpleza existente, cada uno con su mosquitera, desangelados sin ningún mueble que las acompañara o que las hiciera el día mas ameno, pintura descolchada y un suculento olor a humedad.

Posteriormente  nos mostraron muy amables los baños, un agujero en el suelo, pintura de nuevo desconchada y una “Love parade” de bichos paseándose jolgoriosos por las paredes, no se si iban al supermercado o de compras de domingo, pero ahí estaban todos juntos pasándoselo cojonudamente bien.

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Me acuerdo que pensé : “esto antes era muy innovador y fascinante pero a estas alturas yo ya no estoy pa esto, pfffff” estas fueron literalmente mis palabras paseándose por mi mente una y otra vez.

He de reconocer que la primera semana se nos hizo pesada, felizmente combinábamos esa pesadez con humor y situaciones extremas de falta de limpieza e incomodidad que nos lo tomábamos con una maravillosa ironía. Reir o morir, tener actitud o hacer reclamos constantes.

Nos esperaba el primer dia de trabajo ese primer Domingo, en el centro de reinserción de Chimpances gorilas y toda clase de animales salvajes. Estaba emocionada, pero saber que no me esperaba una buena ducha a la vuelta reconozco que me cabreaba ligeramente.

Nos dividieron las tareas en el primer dia: Cuarentena (área de llegada de animales al centro en toda clase de condiciones), limpiar las jaulas de los gorilas, limpiar las jaulas de chimpancés, mandriles…. Y alimentarlos posteriormente,otra actividad era enrichment (un precioso programa para hacerles determinados retos a los animales y que tuvieran dificultades y que desarrollar algún tipo de destreza, ya que al estar en un centro permanentemente se amuerman y pierden facultades). Me toco limpiar mierdas de mandril, “allá vamos” pensé confusa.

Primer dia, nos entregaron una escoba de paja, por supuesto hecha a mano, nada del Mercadona con su palito alto y estilizado  y su sistema medianamente desarrollado que tenemos en “las grandes potencias”.

El recogedor de cacas era un palo no mas largo de dos palmos. Con posición canina, y exageradamente agachadas a 4 patas llevábamos a cabo la higiene de las heces nocturnas de todos los animales.

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Recuerdo que me dije, los animales, fascinantes, pero semanas limpiando mierdas gigantes de gorila, salpiqueos de los liquidos en la cara…. Los primeros días recuerdo que pensé “menudas vacaciones más cojonudas, a ver si se me empiezan a ocurrir otras ideas…”

 

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Pero había algo, que con el pasar de los días se convertía en mágico, y es que estar a escasos dos metros de un gorila que te observaba tranquilo, al otro lado de la verja de hierro unas veces, y que otras se sentía amenazado y con necesidad de dejarte claro quien era el macho de espalda plateada ahí, se levantaba golpeándose el pecho y emanando un rugido ensordecedor. De repente, con el pasar de los días querías estar horas observando su comportamiento, como se comían un plátano, como te pedía con su inmensa mano un poco más, o como te miraban de reojo controlando cada movimiento que hacias mientras limpiabas la jaula, recuerdo una chimpancé que cada vez que pasabas te miraba de reojo y con gesto ofendido miraba para otro lado con la barbilla ligeramente hacia arriba, estaba indignada que la miraras. Te decía un :”pero tu que te crees, mjmmm” (acompañado de un giro de cabeza)

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Esto era el día a día con los animales, pero eso se combinaba con las vidas de todos los trabajadores que íbamos conociendo allí, de todas las edades, con realidad duras y difíciles, pero con una inmensa disposición y alegría cada día, un inmenso compañerismo, era como una gran familia.

 

África tiene la humanidad que siempre digo, que nosotros vamos perdiendo.

Estuvimos apenas 3-4 semanas pero cada dia era como una semana en Europa, era tanto lo que compartías, son tan sencillas y transparentes las relaciones allí, que de repente se te olvidaba el obsesivo tiempo que tenemos constantemente en mente, la planificación de actividades que siempre queremos llevar a cabo, ahí eras parte del entorno sin ver los minutos pasar.

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Te atrapa y te suspende en el tiempo, te dan baños de realidad y te relatan problemas de verdad, mientras vas dándote cuenta de la de cosas que nos rodean diariamente y que la sociedad nos hace creer que necesitamos tantas cosas innecesarias.

 

Otra cosa me cortaba y me daba que pensar durante largos minutos, mientras nosotros, los que tenemos opciones, futuro, decisiones o caminos que tomar nos estresamos a niveles indescriptibles con nuestras decisiones, miraba a mi alrededor y no veía “chance” de nada, ellos no tienen ninguna opción, ninguna decisión que tomar, van a estar ahí y estarán hasta que se mueran por los siglos de los siglos, me resultaba duro observar eso a la vez que te replanteas millón de cosas de como pensamos actuamos y como enfocamos la vida, mucho que aprender de esas sociedades sigo pensando.

Bueno y pasando a otro tema, a mi gran compañera de aventuras….

Lo que mas me fascina de con quien viajo es que es una complementación perfecta de energías, buen rollo y misma sintonía que hace que siempre nos sucedan cosas únicas, recuerdo un dia que conocimos de noche a un chico que tenía un canal de televisión y que terminamos saliendo en el aire, lo que dicen en inglés “on air” en un programa llamado “moments with women” momentos con las mujeres, donde hablamos de la diferencia que había del roll de la mujer en África y en España y la diversa concepción de rolles en los núcleos familiares, eso unido a nuestra propia experiencia pasada en España como mujeres y en ese mismo momento en África, recuerdo que disfrute tanto de esa entrevista.

 

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La verdad que me acompañan infinidad de viajes a muchos destinos y en conceptos muy diferentes, pero aun muy segura de que no derramaría una lagrima, me marche llorando más de una vez, no controlando en absoluto las emociones, te ibas como a un lado del mundo más solitario, mas individual, feliz y agradecida con la vida pero con un cambio de acoplamiento a la realidad diferente.

Sigo pensando que África te atrapa.

 

Africa me tiene… Senegal, Sonrisas de Gandiol-Hahatay

Como toda experiencia fuerte y que te marca, esta suele ir precedida de momentos duros y situaciones difíciles, vividas por uno mismo, por el protagonista de la historia… por una pequeña comunidad…para uno, para varios, para muchos?

Comunidades que buscan soluciones, personas que buscan un avenir distinto, un futuro no hipotecado, la famosa “hipoteca” que tanto nos venden en el Occidente desarrollado. Aquí va una historia de África, Senegal en concreto, historia de unos pocos que se tornan en unos muchos y que han compartido estos momentos que tanto nos han marcado, a nosotros, a ellos, te van cambiando la mirada del día a dia, de nuestras percepciones y de nuestros prejuicios. Aquí va esta pequeñita historia para aquel que le interese.


Nangadef, asi sonaba el saludo nada más poner un pie en Senegal y la calidez y el cariño que convertirían esa palabra en una palabra llena de sentimiento y diariamente oída.
Todo empezó cuando quería decidir un país de África en el que volver a pisar y revivir esas explanadas, esa vida que solo se respira en el continente africano, esas sonrisas que inundan sus caras y convierten su expresión hasta dejarte ver el alma de la persona, suena muy profundo y poético, pero esas sonrisas y muchos gestos diarios de allí, no se te olvidan nunca, te penetran por el iris y se te quedan fijas en la retina, generan algo que difícilmente con palabras se puede explicar.
Buscaba un país en África al que poder ir este año, no sabía cuál, pero primero me dije, veamos con cual surge una afinidad, veamos con cual me conecto esta vez, pocos meses antes seguía sin saber a dónde, poco a poco fueron pasando los días, las semanas, y no sé porque comenzó una conexión con Senegal.
Senegal resulta tener una vinculación muy fuerte con España, aparte de por proximidad, hay muchos organismos que colaboran paralelamente entre España y Senegal, representaciones de Naciones Unidas y diversas instituciones. España tiene un gran número de senegaleses como muchos habremos podido comprobar que se juegan la vida por pisar nuestro territorio buscando un futuro más prometedor, en resumen, siento que hay una enorme conexión entre españoles y senegaleses.
Vale, Senegal, ya me había decantado por ese precioso país. Como champiñones en un prado comencé a encontrar gente que había estado o que estaba a punto de ir, muchas historias paralelas, estaba destinada como muchos otros que me fui encontrando por el camino.

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Por varias fuentes el nombre de Hahatay empezó a cobrar forma. Hahatay por aquí, Hahatay por allí, incluso un conocido periodista español que había sido corresponsal en Senegal también había estado en Hahatay. ¡Parece que todo apuntaba a ir allí! experimentar, quizás ahí encontraría el origen de la vida, el sentido del hombre… quien sabe 😉
Sin dudarlo un segundo y sin informarme mucho más decidí ir a Hahatay. Todo salió rodado y sin mucho tramite, a los pocos días ya estaba inscrita como una más de los voluntarios a asistir en ese periodo.
Con la falta de información que me caracteriza cuando algo me da muy buena espina llego a Hahatay, no sin escuchar repetidas veces el nombre de Mamadou.
Mamadou ha dicho… Mamadou ha organizado…. Cuando llegues Mamadou va a …. Parece que iba a conocer al Ghandi occidentalizado de la nueva era en Senegal y en cierto modo para mi, así fue.
Llegue dos días tarde en comparación al resto de voluntarios y me incorpore con ellos. La primera persona a la que vi fue a Mamadou, un ser alto y delgado con una enorme sonrisa y una mirada bondadosa me dio la bienvenida y así me fui presentando a todos los voluntarios.
De primeras tengo que reconocer que me pregunte; “a qué tipo de secta he venido a parar”, todos se abrazaban y parecía que se conocían desde hacía años y llevaban tan solo 48 horas, pero con el paso de los días ya fui entendiendo la dinámica de la ONG y paso de sorprenderme a ser como una familia para mí y de las cosas más bonitas que he vivido en estos últimos años.
Creo que muchos sentimos eso en aquel momento, habíamos creado una especie de familia senegalesa. Desayunábamos, comíamos y cenábamos todos juntos, en nuestros ratos libres el entretenimiento era compartir con las personas, charlar, conversar, hacer las cosas más sencillas e insignificantes para muchos en el mundo occidentalizado tan lleno de sobre-estimulaciones, pero esto era tan gratificante, honestamente estábamos tan llenos por dentro, no te hacía falta nada más.
Recuerdo que no teníamos un espejo y yo me olvide el cepillo de pelo por lo que para foto de la revista “Tendencias” no estábamos, pero no había nada más maravilloso que ignorar todo eso, que nos importaba… Muchos teníamos que vestir varios días la misma ropa y alternar días para hacer un lavado a mano a base de Jabón Lagarto (“Hola buenas, tiene Jabon,lagarto? combinado con el chiste: “ tienes sal, gorda” que tanta gracia nos hizo una de esas noches y que tan estúpido puede sonar por aquí, todo depende de la entonación y por supuesto de la gracia de quien lo diga) por lo que todo se tornaba aún más auténtico si cabía.
A veces teníamos el gran dilema de: “he lavado y se nos va a empapar toda la ropa y nos vamos a quedar con la misma ropa sucia una semana más, la ropa va a empezar a andar por si sola de la mierda que lleva encima y se va a poner hablar wolof y todo”, ya veis, unos grandes problemas trágicos y sin solución que se nos presentaban día a día, tragedia greco-romana en Senegal!
Recuerdo un día de lluvia duchándonos después de colaborar en el precioso proyecto de Aminata, una ducha al aire libre viendo el cielo escuchando de fondo una música africana, pocas situaciones me han dado tanta libertad y creo que esto nos sucedía también a muchos.
Bueno y como surge esta preciosa idea de Hahatay?

Pocos días después de haber llegado, me enteré que Mamadou había escrito un libro, 3052, gracias al cual se pudo subvencionar el proyecto de Hahatay, poco a poco me fui empapando de la historia que había detrás de todo.
A medida que pasaba las páginas de aquel libro en los ratos libres que teníamos al medio dia y de noche, se iba agudizando la sensibilidad. Llega un momento en que a veces te tenías que contener las lagrimas, era impresionante leer esas líneas y tener todo ese texto leído andando riendo y viviendo delante de ti durante esas dos semanas. Para mi, eran admirables.
Me di cuenta como muchos de nosotros, en esos días estábamos con una extremada sensibilidad y si hay algo que me queda cada vez más claro, es como la sociedad desarrollada en la que vivimos apenas permite conectarte con la tristeza, la alegría, los sentimientos que podemos sentir en determinadas situaciones, es como que no hay cavidad tiempo y hueco para ellos, hay que ir hacia delante, corriendo como pollos sin cabeza para ir a no sé dónde…
Quien lo haya sentido sabrá de lo que hablo, quien no le sonará a matemática algebraica probablemente.
Mamadou, llego a España en 2006, tras la situación insostenible en su casa y en su entorno, decide embarcarse 8 días en una patera, en los últimos días de esa horrible experiencia se quedan sin gasolina y sin orientación, ya no sabían hacia donde iba la embarcación, gente que caía al agua en mitad de la noche, personas que se iban poniendo cada vez peor… vecinos, amigos, familia que iba con él en aquella embarcación, como una detonante frase que dice Mamadou en una entrevista, “en el mar no permanecen las huellas, todo se borra, no es como la tierra…” de esta manera llegaron a la Gomera, y ahí empezaron unos duros meses de incertidumbre.
Como mencionaba Mamadou en una entrevista y que le sucede a muchos jóvenes en África;
«Cuando un joven abandona África en un cayuco, no es un viaje de placer, pero a veces salir de tu país es una obligación, te sientes impotente porque no puedes acceder a un trabajo y piensas que debes vivir dignamente y, si hace falta, morir intentándolo».

En el libro lees la carta que le escribe Mamadou a su hermano, Assane, como era la relación con su madre, a la cual veíamos diariamente para comer, ver a su madre sonriendo, Assane siempre feliz con esa luz en los ojos y la enorme comunidad de niños correteando por todos lados, llenos de energía y de vida, te ponías por momentos en la piel de Mamadou, pensando, como sería una despedida ahí… un adios y un; no sé hasta cuando…
Después de muchos años y momentos durísimos Mamadou regresa a Senegal, a abrazar a su Madre por primera vez en muchos años, a encontrarse con Assane….
Gracias a lo recaudado en el libro 3052 empieza a montar Hahatay con una voluntaria española que era arquitecto y se vuelca en la construcción de un Centro Cultural, Aminata. Esta chica fallece a los pocos meses de comenzar el Proyecto, era una persona muy querida en Bilbao. Su hermana Ainoa viene a Hahatay y continua con el proyecto empezado por su hermana, el proyecto de Hahatay alcanza tal calibre personal, que ha hecho que muchísima gente se vuelque, ha sido un antes y un después en Gandiol, ver a esa gente tan agradecida con el Proyecto, enterarse de todo lo que han logrado, conocer a todas las personas de la historia cuando estábamos allí…. Alcanzas un punto emotivo dificilísimo de ignorar, y por supuesto tan humano….

Os invito a ir a este rinconcito de Senegal, donde no hay grandes lujos, pero encuentras una inmensa humanidad que abarca “cualquier necesidad innecesaria”
Como probablemente sienta el resto, solo puedo decir una cosa, Gracias Hahatay.