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Africa me tiene… Senegal, Sonrisas de Gandiol-Hahatay

Como toda experiencia fuerte y que te marca, esta suele ir precedida de momentos duros y situaciones difíciles, vividas por uno mismo, por el protagonista de la historia… por una pequeña comunidad…para uno, para varios, para muchos?

Comunidades que buscan soluciones, personas que buscan un avenir distinto, un futuro no hipotecado, la famosa “hipoteca” que tanto nos venden en el Occidente desarrollado. Aquí va una historia de África, Senegal en concreto, historia de unos pocos que se tornan en unos muchos y que han compartido estos momentos que tanto nos han marcado, a nosotros, a ellos, te van cambiando la mirada del día a dia, de nuestras percepciones y de nuestros prejuicios. Aquí va esta pequeñita historia para aquel que le interese.


Nangadef, asi sonaba el saludo nada más poner un pie en Senegal y la calidez y el cariño que convertirían esa palabra en una palabra llena de sentimiento y diariamente oída.
Todo empezó cuando quería decidir un país de África en el que volver a pisar y revivir esas explanadas, esa vida que solo se respira en el continente africano, esas sonrisas que inundan sus caras y convierten su expresión hasta dejarte ver el alma de la persona, suena muy profundo y poético, pero esas sonrisas y muchos gestos diarios de allí, no se te olvidan nunca, te penetran por el iris y se te quedan fijas en la retina, generan algo que difícilmente con palabras se puede explicar.
Buscaba un país en África al que poder ir este año, no sabía cuál, pero primero me dije, veamos con cual surge una afinidad, veamos con cual me conecto esta vez, pocos meses antes seguía sin saber a dónde, poco a poco fueron pasando los días, las semanas, y no sé porque comenzó una conexión con Senegal.
Senegal resulta tener una vinculación muy fuerte con España, aparte de por proximidad, hay muchos organismos que colaboran paralelamente entre España y Senegal, representaciones de Naciones Unidas y diversas instituciones. España tiene un gran número de senegaleses como muchos habremos podido comprobar que se juegan la vida por pisar nuestro territorio buscando un futuro más prometedor, en resumen, siento que hay una enorme conexión entre españoles y senegaleses.
Vale, Senegal, ya me había decantado por ese precioso país. Como champiñones en un prado comencé a encontrar gente que había estado o que estaba a punto de ir, muchas historias paralelas, estaba destinada como muchos otros que me fui encontrando por el camino.

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Por varias fuentes el nombre de Hahatay empezó a cobrar forma. Hahatay por aquí, Hahatay por allí, incluso un conocido periodista español que había sido corresponsal en Senegal también había estado en Hahatay. ¡Parece que todo apuntaba a ir allí! experimentar, quizás ahí encontraría el origen de la vida, el sentido del hombre… quien sabe 😉
Sin dudarlo un segundo y sin informarme mucho más decidí ir a Hahatay. Todo salió rodado y sin mucho tramite, a los pocos días ya estaba inscrita como una más de los voluntarios a asistir en ese periodo.
Con la falta de información que me caracteriza cuando algo me da muy buena espina llego a Hahatay, no sin escuchar repetidas veces el nombre de Mamadou.
Mamadou ha dicho… Mamadou ha organizado…. Cuando llegues Mamadou va a …. Parece que iba a conocer al Ghandi occidentalizado de la nueva era en Senegal y en cierto modo para mi, así fue.
Llegue dos días tarde en comparación al resto de voluntarios y me incorpore con ellos. La primera persona a la que vi fue a Mamadou, un ser alto y delgado con una enorme sonrisa y una mirada bondadosa me dio la bienvenida y así me fui presentando a todos los voluntarios.
De primeras tengo que reconocer que me pregunte; “a qué tipo de secta he venido a parar”, todos se abrazaban y parecía que se conocían desde hacía años y llevaban tan solo 48 horas, pero con el paso de los días ya fui entendiendo la dinámica de la ONG y paso de sorprenderme a ser como una familia para mí y de las cosas más bonitas que he vivido en estos últimos años.
Creo que muchos sentimos eso en aquel momento, habíamos creado una especie de familia senegalesa. Desayunábamos, comíamos y cenábamos todos juntos, en nuestros ratos libres el entretenimiento era compartir con las personas, charlar, conversar, hacer las cosas más sencillas e insignificantes para muchos en el mundo occidentalizado tan lleno de sobre-estimulaciones, pero esto era tan gratificante, honestamente estábamos tan llenos por dentro, no te hacía falta nada más.
Recuerdo que no teníamos un espejo y yo me olvide el cepillo de pelo por lo que para foto de la revista “Tendencias” no estábamos, pero no había nada más maravilloso que ignorar todo eso, que nos importaba… Muchos teníamos que vestir varios días la misma ropa y alternar días para hacer un lavado a mano a base de Jabón Lagarto (“Hola buenas, tiene Jabon,lagarto? combinado con el chiste: “ tienes sal, gorda” que tanta gracia nos hizo una de esas noches y que tan estúpido puede sonar por aquí, todo depende de la entonación y por supuesto de la gracia de quien lo diga) por lo que todo se tornaba aún más auténtico si cabía.
A veces teníamos el gran dilema de: “he lavado y se nos va a empapar toda la ropa y nos vamos a quedar con la misma ropa sucia una semana más, la ropa va a empezar a andar por si sola de la mierda que lleva encima y se va a poner hablar wolof y todo”, ya veis, unos grandes problemas trágicos y sin solución que se nos presentaban día a día, tragedia greco-romana en Senegal!
Recuerdo un día de lluvia duchándonos después de colaborar en el precioso proyecto de Aminata, una ducha al aire libre viendo el cielo escuchando de fondo una música africana, pocas situaciones me han dado tanta libertad y creo que esto nos sucedía también a muchos.
Bueno y como surge esta preciosa idea de Hahatay?

Pocos días después de haber llegado, me enteré que Mamadou había escrito un libro, 3052, gracias al cual se pudo subvencionar el proyecto de Hahatay, poco a poco me fui empapando de la historia que había detrás de todo.
A medida que pasaba las páginas de aquel libro en los ratos libres que teníamos al medio dia y de noche, se iba agudizando la sensibilidad. Llega un momento en que a veces te tenías que contener las lagrimas, era impresionante leer esas líneas y tener todo ese texto leído andando riendo y viviendo delante de ti durante esas dos semanas. Para mi, eran admirables.
Me di cuenta como muchos de nosotros, en esos días estábamos con una extremada sensibilidad y si hay algo que me queda cada vez más claro, es como la sociedad desarrollada en la que vivimos apenas permite conectarte con la tristeza, la alegría, los sentimientos que podemos sentir en determinadas situaciones, es como que no hay cavidad tiempo y hueco para ellos, hay que ir hacia delante, corriendo como pollos sin cabeza para ir a no sé dónde…
Quien lo haya sentido sabrá de lo que hablo, quien no le sonará a matemática algebraica probablemente.
Mamadou, llego a España en 2006, tras la situación insostenible en su casa y en su entorno, decide embarcarse 8 días en una patera, en los últimos días de esa horrible experiencia se quedan sin gasolina y sin orientación, ya no sabían hacia donde iba la embarcación, gente que caía al agua en mitad de la noche, personas que se iban poniendo cada vez peor… vecinos, amigos, familia que iba con él en aquella embarcación, como una detonante frase que dice Mamadou en una entrevista, “en el mar no permanecen las huellas, todo se borra, no es como la tierra…” de esta manera llegaron a la Gomera, y ahí empezaron unos duros meses de incertidumbre.
Como mencionaba Mamadou en una entrevista y que le sucede a muchos jóvenes en África;
«Cuando un joven abandona África en un cayuco, no es un viaje de placer, pero a veces salir de tu país es una obligación, te sientes impotente porque no puedes acceder a un trabajo y piensas que debes vivir dignamente y, si hace falta, morir intentándolo».

En el libro lees la carta que le escribe Mamadou a su hermano, Assane, como era la relación con su madre, a la cual veíamos diariamente para comer, ver a su madre sonriendo, Assane siempre feliz con esa luz en los ojos y la enorme comunidad de niños correteando por todos lados, llenos de energía y de vida, te ponías por momentos en la piel de Mamadou, pensando, como sería una despedida ahí… un adios y un; no sé hasta cuando…
Después de muchos años y momentos durísimos Mamadou regresa a Senegal, a abrazar a su Madre por primera vez en muchos años, a encontrarse con Assane….
Gracias a lo recaudado en el libro 3052 empieza a montar Hahatay con una voluntaria española que era arquitecto y se vuelca en la construcción de un Centro Cultural, Aminata. Esta chica fallece a los pocos meses de comenzar el Proyecto, era una persona muy querida en Bilbao. Su hermana Ainoa viene a Hahatay y continua con el proyecto empezado por su hermana, el proyecto de Hahatay alcanza tal calibre personal, que ha hecho que muchísima gente se vuelque, ha sido un antes y un después en Gandiol, ver a esa gente tan agradecida con el Proyecto, enterarse de todo lo que han logrado, conocer a todas las personas de la historia cuando estábamos allí…. Alcanzas un punto emotivo dificilísimo de ignorar, y por supuesto tan humano….

Os invito a ir a este rinconcito de Senegal, donde no hay grandes lujos, pero encuentras una inmensa humanidad que abarca “cualquier necesidad innecesaria”
Como probablemente sienta el resto, solo puedo decir una cosa, Gracias Hahatay.