14:00 de la tarde, un sol de justicia, iba caminando por Praia, capital de Cabo Verde, una ciudad bulliciosa, peleona y con mucha historia que contar…
Días previos a navidad y un hambre voraz por compras de última hora de: comida, regalos (los que pueden) y pequeños detalles para poder celebrar en familia estos días. Si hay una verdad aquí es que celebran como pueden… y se alegran con cada pequeño detalle que pueden compartir. Una verdadera maravilla.
Esta es una historia que me impacto y que me gustaría compartir, la vida nos da aprendizajes contantes y señales para valorar cada momento, cosa que muchas veces no sabemos apreciar y por eso quería compartir hoy este mensaje.
Ayer, después de varias semanas con la intención de pasar a saludar a un chico y su madre que conocí el pasado diciembre, me acerqué al mercado de Sucupira. Un mercado inmenso donde venden toda clase de productos, desde comida hasta bolsos de cuero, te pierdes entre las tienditas construidas con techo de uralita y con telas. Un lugar inmenso e interminable, pero con verdaderas maravillas artesanales y lleno de creatividad y gusto por todos lados.
En mi viaje del año pasado por estas mismas fechas, hice un viaje corto y fugaz de apenas 10 días a Cabo Verde donde conocimos a un chico llamado Denis y nos hicimos muy amigos de él. Tuvimos la suerte de conocer más de cerca su realidad. Resulta que este chico vivía en un barrio muy humilde a unas calles de su madre, la cual vivía con su otra familia en otro bloque de casas muy humildes construidas desordenadamente. Después de varios días de coincidir con él en la playa nos hicimos amigos y nos contaba sus historias y su realidad diaria.
Quería estudiar, pero no tenía dinero ni medios para pagarse los estudios de Informática que soñaba hacer, algo que les sucede al 90% de los chicos/a en Cabo verde, no tienen opciones de estudio a no ser que entren en una bolsa de trabajo por buenos resultados en sus notas.
Conocimos a su madre, la zona donde vivía y el resto de los primos con los que compartía su dia a dia, y con él conocimos también la difícil realidad que tanto se da en Cabo Verde. Mucha desintegración familiar, y ninos&as a diestro y siniestros concebidos sin ningun orden.
Muchos meses después y tras la primera cuarentena que hemos vivido a principios de este año, cogí un vuelo a principios de septiembre para regresar a Cabo Verde y evaluar unos proyectos para Tumaini, la ONG donde trabajo. www.viajestumaini.org
Emocionada e ilusionada venía para pasar una temporada por la capital y conocer aún más de cerca la realidad de esta pequeña parte de África, tan portuguesa y tan particular con una cierta conexión e influencia europea, un mix muy único.
Después de 4 meses aquí y de muchas veces pensar en ir a saludar a este chico y a su madre, y tras muchos mensajes de texto enviados a los cuales no obtenía respuesta, con una foto de su madre y de él, decido ir ayer 23 de diciembre al mercado de Sucupira a saludar.
Aparco mi moto en una zona medianamente segura y destacando entre una multitud de gente de color con mi tono blanquecino aspirina nuclear y llego finalmente a la zona donde creía recordar que trabajaba la madre.
Encuentro la imagen en mi móvil y ilusionada le pregunto a dos señoras en mi portugués indígena: ¨Sto a buscar esta muhler, conoce? E su fihlo denis, saben onde e que sta?¨
Se toman unos minutos se miran entre ellas, me miran, y me dicen algo que la primera vez, que me lo mencionaron claramente, mi mente no quería entender.
Ya me ha pasado varias veces, que cuando algo fuerte me sucede o me informan claramente de algo muy impactante, mi cabeza y mi mente no quieren entender.
¨si, si conocemos esta muhler¨- me dicen. A lo que a continuación añaden: ¨El hijo murió hace tres meses en un accidente de moto¨. Impactada las miro, intento entender y tardo unos minutos en reaccionar y en asimilar. Desatada en lágrimas y entre millones de personas me desahogo incrédula.
Como pude, les deje el movil anotado en un papel para la madre y tragando saliva me alejé de ahí. Con un paso desganado y lento me alejé hacia mi moto entre gritos, bolsos, collares y mujeres que vendían verduras.…Mientras pensaba: ¨que insignificante es la vida en África¨.
Como puede ser un verdadero reto en algunos lugares del mundo llegar a cumplir una edad avanzada, y como nos despertamos cada dia asumiendo que comienza otro dia más…
Enormemente triste por la vida tan corta que tuvo este chico regreso a casa con toda clase de pensamientos. Este lugar, Cabo Verde, y en general África, te recuerda cada momento que es lo importante, donde estamos y todo lo que tenemos que agradecer.
Es una historia dura y fuerte, pero muchas veces necesitamos un toque de este tipo, la gente de los países del Norte, para volver a poner los pies en el suelo y ser conscientes del valor de cada momento, de cada persona, de cada día… y focalizar nuestra atención, nuestro consumo, nuestras energías en cosas relevantes.
Os mando muchísimo amor en este día, aunque no son momentos buenos, pero no olvidemos que tenemos salud y un techo encima.
Si quieres saber más información sobre las experiencias aquí en Cabo Verde y el maravilloso trabajo que hacemos en Tumaini, aquí os facilito los dos Instagram para que viváis mas de cerca estas valiosas experiencias.
@marinalopeztapiascotto
@viajestumaini
Abrazos familia y os esperamos siempre de vuelta en Villa Juan.
Os deseo unos bonitos días con los vuestros y los que no tenéis familia, NO ESTAÍS SOLOS.